Este momento político
Este momento político: comienzos de febrero de 2015
Parece tan difícil escribir, por no decir estar informado y reflexionar antes de ello, en estos días en que todo cambia a cada rato…
Hace tiempo que no actualizo mi web, y desde hace tiempo quiero poner sobre papel (o ceros y unos) algunas reflexiones que se han venido acumulando.
Parto de compartir las decisiones de los recientes congresos y asambleas de Equo federal y de Madrid: ir a por la creación y consolidación de espacios de confluencia, donde y como ello sea posible. ¿Con quiénes? Con quien esté de acuerdo en unas reglas básicas: crear una opción de gobierno a beneficio de la gente, que esa opción sea un espacio plural y de construcción colectiva, que como parte de ese trabajo surja un programa para cada elección de las que tenemos por delante este año, que entre todos decidamos por votación abierta las listas electorales.
Las aportaciones de Equo a estos espacios no son pocas ni poco importantes. Primero, las políticas: la ecología política como instrumento de transformación social, complejo, equitativo, de cambio. Segundo, los métodos: los consensos como fruto de debates abiertos, informados, respetuosos. Tercero, los candidatos: convencidos y fogueados en estas líneas de trabajo político.
Partiendo de allí, nos encontramos con “el patio”. Decir que está “revuelto” es simplificar. Tenemos por un lado los movimientos sociales, con sus experiencias y con sus personas, muchas de ellas ya activistas en partidos, otras muchas aún desconfiadas de ellos. Por otro, tenemos precisamente a los demás partidos: Por un Mundo Más Justo, Izquierda Unida, Podemos, y tal vez el que decida crear el sector escindido de Izquierda Unida.
Con Por Un Mundo Más Justo tiene Equo gran experiencia de relación, que viene de Primavera Europea, y de esa experiencia, un enorme respeto. Cualquier estrategia de cambio social en España y para el resto de Europa debe contar con ellos. Serán pequeños, pero Equo también lo es y sin embargo tantas veces los pequeños han demostrado su valía… y tantas veces han crecido, como nosotros mismos estamos creciendo, lenta pero seguramente.
Izquierda Unida acaba de perder una parte en estos días, algo que de predecible se estaba esperando de un día a otro. Se notaba en esa organización históricamente controlada por el Partido Comunista una división de opiniones sobre su papel en estos tiempos. Que no pudieran ponerse de acuerdo (¡ah, el difícil, dificilísimo consenso! – que hay que querer lograr) presagiaba la ruptura. Se espera de quienes se han escindido que se sumen (con un nuevo partido o a título personal) a los espacios de confluencia que están en marcha, y que contribuyan a crear los que faltan (el más urgente, el de la Comunidad de Madrid).
Podemos es una historia aparte.
Al no haber sido parte de ella, sólo tengo impresiones, basadas en lo que veo a mi alrededor y leo en prensa.
La primera tiene que ver con su crecimiento, en bola de nieve. Siempre me pareció que esos procesos tan rápidos eran contraproducentes, por lo de dudoso o al menos superficial de las motivaciones para sumarse tan rápidamente a una organización. Pero lógicamente esto puede explicar sólo una parte del crecimiento, y sólo se refiere a una posible debilidad. Frente a tan grande y rápido desarrollo, las reacciones del resto de organizaciones políticas forman un abanico digno de análisis. Que las derechas hayan recurrido a todo el posible arsenal argumental, era esperable. Que incluya día sí y otro también argumentos no políticos, me tiene harto. La política no debería ser eso, o no debería recurrir a descalificaciones, porque no contribuyen a ningún consenso, a ninguna construcción. ¿O es que el temor al debate informado, y por lo tanto de calado, tiene que ver con esa vocación de superficialidad que es el cáncer de todo escenario político (por no decir de todo escenario)?[i]
Otra cuestión relativa a ese proceso de crecimiento ha sido subrayada por un analista del CIS (cuyo nombre no he retenido, lo siento). Se trata de que una buena parte, si no una mayoría de esas adhesiones tienen más que ver con una reacción CONTRA el gobierno y su partido, y contra todos los partidos “tradicionales”, que con una manifestación A FAVOR de los postulados de Podemos. Eso querría decir, entonces, que buena parte de esas adhesiones podrían haber ido a otras opciones, de haber sido éstas más conocidas: me refiero aquí concretamente a Equo. Porque es tan evidente que todas las ideas o propuestas que Podemos ha lanzado al escenario político fueron copiadas de Equo, que podíamos preguntarnos: ¿porqué allí se escuchan y aquí no? Entonces sacamos nuestros propios látigos y echamos la culpa a los medios, que se anotaron al brillo de un éxito que por ahí andaba (ahí… había audiencia). Sin embargo, la explicación es sencilla: esas adhesiones se hicieron a Podemos y no a Equo porque esas personas ni siquiera sabían que existía un partido que se llamaba así. Y además, cuando sí se conocía a Equo, Podemos apareció como la opción que permitía (más) claramente expresar a los poderosos, la protesta, el rechazo, la indignación de tanta gente. Sin pararse mayormente a pensar que como partido político, al final tendría que haber propuestas, organizadas en programas. Y que esa adhesión “broncogenerada” al final tendría que acompañar también esas propuestas.
Si miramos ahora el proceso desde el punto precisamente de esas ideas lanzadas al ruedo, llama la atención los cambios en tan poco tiempo, entre las europeas y estas municipales y autonómicas. No es posible no recordar que Podemos nació en el seno de Izquierda Anticapitalista. ¿Qué ha quedado hoy de ese anticapitalismo? Sin duda, hay mucho más anticapitalismo en Equo hoy en día, que en Podemos (pero no se queden mis querid@s y eventuales lectores en la palabra: venid a ver qué hay detrás de ella). Cuando Podemos puso ante el ojo público aquellas propuestas que Equo y el entorno social habían lanzado mucho antes (auditoría de la deuda, deshaucios no, alternativas al oligopolio eléctrico, no a la troika, participación, horizontalidad…) parecían un buen, aunque elemental, catálogo de izquierdas. Hoy en día, un análisis del discurso y de las maneras de trabajar del partido llaman la atención por su cariño al centro político. Muy claramente, Podemos quiere ser el nuevo PSOE. Espero que muchos de los más inteligentes y fieles militantes del PSOE (en los últimos debates han brillado Pedro Zerolo y Enrique del Olmo) no se dejen seducir por estas sirenas y se hagan a la idea de pasar a militar en un partido pequeño.
No creo que todas esas adhesiones a Podemos se transformen en votos. Y me permito llamar la atención sobre la más evidente consecuencia electoral del actual panorama político: como pasó con la televisión y sus audiencias, habrá una fragmentación del voto. No podemos no tener en cuenta TODO el panorama. Y ese panorama no presagia necesariamente un trasvase de votos de las derechas (digamos, los partidos conservadores, amantes del dinero y de la prepotencia) a las izquierdas (digamos, los partidos que defienden a los más débiles de todas las ecuaciones). Lo más probable es que siga habiendo un equilibrio “este-oeste”, sólo que con votos repartidos entre muchos más partidos. Y entonces el PP no llamaría a las puertas de un PSOE terriblemente malherido (salvo como estrategia para decretar su muerte), sino a las de sus aliados naturales: UPyD y Ciudadanos (y Vox, si sigue existiendo). Y entre ellos podrán formar más de un gobierno. Así que… no cantemos victoria antes de los escrutinios.
Luego… aparece la arrogancia, e incluso la prepotencia. No gustan, y cuesta comprender esas actitudes en varios “Ganemos” y similares: ¿no se supone que somos compañeros? ¿Que nos unen más cosas que las que nos separan? Sí, pero pongámonos en la cabeza de alguien que ha aterrizado en Podemos con las características que hemos visto antes: voluntad de manifestar su rechazo al gobierno, a la vieja política, a la corrupción… y un profundo desconocimiento de lo que en política se ha venido haciendo en los últimos cuatro años, digamos desde el 15M, y desde la creación de Equo, pasando por todas las mareas, hasta ahora. Es lógico que desconfíen de todo lo que no han conocido ni conocen. Y que se crean dueños de la única verdad. Para esa perspectiva, Izquierda Unida es monolítica y “antigua”, y Equo o Por Un Mundo Más Justo no se sabe lo que son, si es que repente se les encuentra. Y Podemos es el primer partido en reunir la indignación, en atraer gentes diferentes, en ser la pera limonera. Error, pero entendible.
Ahora, ¿justifica esa ignorancia tales actitudes de “ombligo del mundo”? No, si por un momento tod@s pensaran que “el otro/la otra” son interlocutores tan válidos como uno mismo pueda considerarse. Y tal vez, hasta fuente de aprendizaje. ¿Podrá en la tierra de la arrogancia abrirse un hueco a la luz de la humildad?
[i] Cuando en mi país de origen creamos una organización política unitaria de izquierdas, que llamamos Frente Amplio, la reacción de la derecha fue “Que vienen los tanques rusos”. Visto en perspectiva parecía una idiotez, pero da una idea de lo que la parte conservadora de la ciudadanía creía que podía esperar.